sábado, 30 de agosto de 2008

A ella le dicen

A ella le dicen china. Ella camina como si nada existiera alrededor, no mira, pero observa. Sus ojos tienen un aire perdido, como un enigma constante; uno incluso que ella no logra descubrir. Es de estatura común y de rasgos comunes, algo que la hace pasar inadvertida entre la gente. Es de las personas que no llaman la atención excepto que se esfuercen por hacerlo. Ella es apasionada como casi nadie y sincera como muy pocos. Su boca, su nariz, su forma de andar, sus silencios registrados pausadamente en la mirada (como cuando alguien analiza profundamente un objeto) son su marca registrada; son las señales de un pasado complicado.

Ella es una soñadora, casi utópica. El respeto, la sinceridad, la inteligencia y la grandeza de mente son sus pilares. Algunos dicen que la ven desaparecer de vez en cuando. Casi siempre cuando siente que la vida le trae problemas. Otros dicen que su arrogancia la lleva a un punto casi antisocial donde prefiere la soledad y los libros que las conversaciones banales, tan naturales entre los de su tipo.

Ella ríe, llora, grita, salta, corre. Hace todo y nada a la vez, hace todo pero lo hace como quiere. Ella es como quiere ser, las corrientes, las modas, los rumores del mundo le importan tan poco como puede importarle a un recién nacido las matemáticas.

La literatura, la poesía y la fotografía son sus pasiones. Pero ¿el periodismo?, el periodismo es su todo, es su vida, es su fuente de energía. Cuando le preguntan el porqué ella responde con altiva claridad “porque sino ¿qué más sería?”. Así es ella, tan clara como el agua y tan perturbante como el eterno cielo gris de lima en invierno. Así es ella, así soy yo.
Diosa Maldita

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