El tiempo detenido en cada uno de mis pasos me recuerda la nostalgia que aún guardo. El cielo se oscurece, las calles aún tienen movimiento, los caroos, la gente y yo, parada, inmóvil. Observo como el mundo se mueve a mil y yo tan solo a cien. Me encojo, desaparezco como un efímero recuerdo de invierno. Me convierto, una vez más, en nadie. Todo sigue, todo avanza. Yo me quedo.
Diosa Maldita.
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